DESCUBRIENDO RINCONES INCREÍBLES
Para apreciar la belleza de la ciudad, basta con pasear sin rumbo por sus calles, como es el caso del tramo que une Herzog Friedrich Strasse hasta el Tejadillo de Oro, un edificio cuyo tejado cuenta con más de 2.600 tejas de cobre que parecen de oro por los rayos del sol. Si subes a lo alto de la Torre del Reloj podrás apreciarlo con más detalle. También la Maria Theresien Strasse, en la que abundan los edificios de interés arquitectónico, como el antiguo ayuntamiento y la sede de la Junta regional, el Arco de Triunfo, la iglesia del hospital o la columna de Santa Ana. Y para obtener una vista completa de la ciudad, nada como subirse al funicular Innsbrucker Nordkettenbahnen a más de 2.000 metros de altura.