Ubicada en la Europa Central, la República Checa enamora y seduce con gran facilidad gracias a su belleza sin igual. Famoso por sus castillos y palacios, este país tiene mucho que ofrecer. Sin lugar a dudas, el gran atractivo para viajar a la República Checa es su capital, Praga. Se trata de una majestuosa ciudad, conocida como la “ciudad de las cien agujas”, en la que edificios coloridos de estilo barroco, iglesias góticas y callejuelas empedradas forman una fantástica imagen de postal. Recorrer el puente peatonal de Carlos, pasear por la plaza de la Ciudad Vieja, admirar el Reloj Astronómico medieval, visitar su castillo (el más grande del mundo) o tomar café son algunos de los momentos mágicos e inolvidables que la capital tiene preparados para ti. Otro lugar destacado de la República Checa es Český Krumlov, una pequeña ciudad muy atractiva en la que edificios góticos, renacentistas y barrocos forman un escenario de ensueño que te invita a dejarte llevar por su encanto y perderse por sus calles. Y no olvides degustar sus cervezas artesanales como la rubia pálida, la de levadura y la de sabor a café.
Un país que no le dejará indiferente. Cada una de sus ciudades históricas merece una visita. A estos atractivos hay que unir su maravillosa naturaleza, la cual ofrece parajes de gran belleza, montañas nevadas, lagos naturales, bosques milenarios, valles salpicados de flores de animados colores y una fauna rica y variada. Limita al norte con Polonia, al oeste con Alemania, al sur con Austria y al este con Eslovaquia. El territorio está dividido en tres zonas: Moravia, Silesia y Bohemia. En esta última región se elevan los Tatras, la cadena montañosa más importante.